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El cáncer de la mama constituye uno de los principales tumores de la mujer en nuestro país, siendo por su incidencia el tumor más frecuente en la mujer, y presentando aún una alta mortalidad [1-2]. Las armas terapéuticas más poderosas en este tumor, la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia y hormonoterapia, cuando se emplean adecuadamente combinadas, producen un control importante de la enfermedad.
La selección de conducta terapéutica adecuada depende en gran medida de un estadiamiento correcto del tumor, y en este sentido es de primordial rol la determinación pre- operatoria de los ganglios regionales (axilares, supracaviculares y mamarios internos) metastizados por el tumor [3-4]. Aunque los ganglios axilares y supraclaviculares pueden ser reconocidos clínicamente cuando la metástasis en ellos ha alcanzado un tamaño que le hace palpable, no es posible reconocerlos clínicamente en sus estudios iniciales, ni existe ningún procedimiento complementario seguro para identificar los ganglios linfáticos tomados por el carcinoma de la mama [3, 5].
Los ganglios linfáticos regionales que drenan la mama han sido estudiados mediante linfogammagrafïa con coloides y otras sustancias radioactivas con el objetivo de determinar pre-operatoriamente los ganglios tomados por el tumor, tanto los axilares y superclaviculares [6, 7] como los de la cadena mamaria interna [8, 10]. La linfogammagrafía coloidal ha adolecido, sin embargo, de la gran deficiencia de que sólo se visualizan los ganglios indemnes, mientras que los ya tomados por el tumor en lo que la estructura ganglionar se ha perdido, no parecen reflejados en la gammagrafia.
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Autor(es) : Dr. J. Choy, Dr. R. Cárdenas, Dra. Rosalía Durán ,
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